Cómo intervenir

El mecanismo general es el siguiente: yo pongo una entrada e instrucciones para llevar a cabo durante la semana.

Para iniciar una racha de comentarios en una entrega en la que todavía no ha habido ninguno, se hace click en la frase “No hay comentarios”, ubicada debajo de la entrada. Se abre una ventana; entonces, escribe su comentario y lo envía.

Cuando se trata de comentar el comentario que alguien ha hecho (bien sea a la entrada principal o a otro comentario), basta con hacer click en la palabra “Responder”, inmediatamente debajo del comentario correspondiente.

Si no atendemos a esto, trastocamos la jerarquía de la discusión, que es una de las ventajas del blog: nos muestra, a golpe de vista, dicha jerarquía: en un primer nivel muestra el-objeto-de-la-discusión (la entrada que yo propongo); en un segundo nivel, muestra a los-que-se-refieren-al-objeto; en un tercer nivel, muestra los-que-se-refieren-a-los-que-se-refieren-al-objeto.

Esta distribución es de suma utilidad cuando no participamos al mismo tiempo en un debate.

1 comentario:

  1. Un primer acercamiento al texto "Cómo hacer cosas con palabras", revela una propuesta de investigación. En concreto, acerca de lo obvio, establece la diferenciación de dos miradas, una general, indistinta que las disciplinas hacen , y otra específica, diferenciadora, mediadas por la idea de lo que es verdadero, así sea de manera parcial. Estas declaraciones ponen su estudio en un lugar, le confieren rasgos, no se sabe si de cientificidad, pero sí de oposición desde una voluntad de clasificación, sistematización y explicación, como respuesta a las confusiones que padecen las disciplinas como resultado de la falta de rigor al considerar que todo es enunciado y que un enunciado responde a las normas del enunciado, sin dejar de lado las perspectivas teóricas y los usos que la gramática y la filosofía , con acepciones diferentes, dan a la idea de "enunciado". Esto justifica, de suyo, el trabajo abordado por el filósofo, si necesitara de algo semejante. Consecuente con esto, se aplica a la delimitación de las expresiones lingüísticas que le interesan, los realizativos, y a su caracterización de acuerdo a sus manifestaciones "lícitas", efectivas, o a u naturaleza "aparente", mediada por el disfraz. En este sentido, la delimitación es algo que permite la revisión de un fenómeno, de un conjunto de hechos en los que algo ha llamado la atención del investigador. Planteado y delimitado el problema, su estrategia consiste poner en juego, a través de comparaciones, los realizativos aparentes, para luego llevar al lector a la consideración de los que son explícitos, esto es, revisar lo engañoso para contrastarlo con lo que no lo es, con la finalidad de volver sobre lo aparente y revelarlo como tal. En la investigación se da prioridad a lo que es excepción, a lo que falla, a lo que anuncia imposibilidad o vacío. Austin deja hablar a su objeto de investigación, no lo recubre con prejuicios o supuestos, aunque no renuncia a las posibilidades que abren las hipótesis. Son dos cosas bien distintas. Así, sostiene lo que se supone que puede hallar, pero a la vez lo asegura, "Expresar palabras (...) es el episodio principal de la realización del acto...", interpone una hipótesis que, de alguna manera, es una certeza y, como tal, marca el objetivo de sus conferencias.

    En la segunda conferencia explicita que se va a ocupar de los casos en los que decir es hacer. Aquí, en relación con sus consideraciones, actúa de manera contraria a la señalada arriba: propone lo que caracteriza lo afortunado, para luego enfatizar las condiciones del infortunio, de una "Doctrina del infortunio". Esto remite al hecho de que el investigador viene y va, se adelanta, regresa... en alguna parte señala que se puede empezar de nuevo, o avanzar con pasos lógicos, esto es, bajo condiciones de lo necesario e imprescindible, en franca lid para un eficaz "debilitamiento del prejuicio". Austin no teme utilizar lo que tiene a la mano para hacer legibles sus reflexiones, e insiste e el carácter convencional, con todas sus implicaciones, de los recursos utilizados. Se hace referencia aquí al esquema de los infortunios, y a las palabras que elige para "dar nombre" a lo que quiere señalar como propio de cada situación de fracaso en relación con los actos no cumplidos. Aquí, de nuevo, hay una característica en consonancia con las posibilidades del investigador y del proceso que adelanta. Estos términos son conocidos por el lector y, sin embrago, adquieren otras dimensiones, aunque el filósofo duda y parece poner todo enre comillas al recomendar que se evite la inclusión de significados preconcebidos. No tiene los términos, hace malabares con los que puede adecuar, al menos de manera convencional, no se sabe si esto implicaba para él "de manera temporal", y pone de presente el problema de la terminología, claro, no exclusivamente en el campo de la filosofía.

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